Ukemi ushiro ukemi de Milena Rossignoli

"Ukemi ushiro ukemi" de Milena Rossignoli La Casa Encendida / Maru Serrano, 2024

Arte

Identidad millennial y colonialismo: arte joven y denuncia social en Generaciones 2024

Luces y sombras de un premio que rescata en La Casa Encendida lo más granado de las nuevas generaciones.

15 abril, 2024 02:12

En su 24.ª edición, Generaciones, la decana entre las ayudas no estatales a jóvenes artistas, en un esfuerzo más de la Fundación Montemadrid por cuidar esta convocatoria, ha reducido su selección a solo ocho propuestas, elegidas entre cerca de quinientas, que funcionan como instalaciones, alguna en formato monumental.


Por otra parte, además de ser paritaria, como desde hace décadas cualquier convocatoria para jóvenes –aunque ahora prefieran ser denominados “elles”, como refieren en el texto del catálogo los portugueses João Mourão y Luís Silva, miembros del jurado–, en la muestra de este año destaca la participación mayoritaria de artistas millennials, españoles y residentes en nuestro país, descendientes de otras latitudes y culturas, afro, asiáticas y latinoamericanas. Ya era hora.


Pero ¿responde esta selección a lo que están haciendo quienes están llamados a incorporarse al sistema del arte? Tras la avalancha del “nuevo arte contemporáneo” en las ferias satélites de ARCO, es evidente que el jurado internacional de Generaciones, compuesto por directores y comisarios en museos y centros de arte, sin dejarse llevar por la media sociológica, ha actuado más como la vieja guardia que todavía cree en la separación del criterio de calidad institucional frente a la moda populista de mercado. A diferencia de las últimas ediciones, ni una sola pieza que hubiéramos podido ver en Urvanity, JustMad o Hybrid se les ha colado.

Daniel de la Barra

Daniel de la Barra La Casa Encendida / Maru Serrano, 2024


Los discursos sobre identidades, memoria experiencial y colectiva y casos investigados en archivos de producción y explotación económica y colonial, revestidos de estrategias formales posminimal y deconstructivas, forman un mosaico coherente, con proyectos bien acabados aún con resabios academicistas, gracias a la payuda de diez mil euros con la que algunos de estos artistas han podido crecer para la resolución de sus piezas. La madurez en su ambición, sin embargo, también se mide por el cálculo razonable de medios y dimensiones.


En este sentido, parece adecuada la limpia instalación Amparo, en homenaje al barrio de Lavapiés, tradicionalmente lugar de acogida de migrantes, de An Wei (Madrid, 1990). Mientras que queda escueta la resolución en food art de la poderosa evocación nostálgica de Agnes Essonti Luque (Barcelona, 1998). Y decididamente grandilocuente la instalación de Daniel De La Barra (Lima, 1992) sobre el extractivismo impuesto en la España franquista. Enfoques sobre medios de producción bajo una estructura económica colonial que se prolonga, en la otra sala, en un caso histórico curioso, de relativo interés, con la elegante propuesta de Raúl Silva (Lima, 1991), con un vídeo, sin embargo, que quizás no termina de explicitar la prolongación de su interés en la actualidad.

Las obras forman un mosaico coherente, con proyectos bien acabados aún con resabios academicistas


De hecho, en esa sala más amplia hay un problema de montaje por el que se confunden, entre varias proyecciones, las propuestas escultóricas de Weixin Quek Chong (Singapur, 1988), en torno al origen y uso del caucho y del látex, y de Irati Inoriza (Balmaseda, 1992), sobre la figura mitológica de la “lamia” para sugerir una compleja aproximación a la identidad, muy pregnante. De tal perjuicio, únicamente se salva la videoinstalación de Salem Amar (Barcelona, 1999), con una sorprendente perspectiva puramente esteticista sobre enfermedades mentales.


De acuerdo con los comisarios, que le han destinado un espacio único, destaca la madurez de Milena Rossignoli (Quito, 1990), de la que pudimos ver una pequeña escultura en este ARCO, en la galería Ana Mas Project. Su original investigación formal sobre la resistencia y equilibrio de materiales en un espacio incierto que enfoca los vacíos está bien respaldada por un discurso que va más allá de elegantes citas orientales ad hoc, aunque sirvan para traducir de manera asequible y eficaz el proceso escultórico puro. Sublime, vulnerabilidad y control, y sugerentes capas temporales y geográficas se condensan en esta obra perfectamente concluida con que la artista da un paso importante adelante.